Huele a carne muerta en el tejado
Dos ojos observan la oscuridad interior;
Abiertos como lunas sin luz
Sin un sol que les dé vida
Un gato gris, negro, pardusco
(Qué más da)
Rígido sobre las tejas sólidas
Las cuatro patas apuntando hacia un infinito
Que ya no existe en las almohadillas
En la ventana golpea el viento diciendo no sé qué del aire
Que anda cabizbajo en silencio
De maullidos que no ha dicho
En una boca que yace con labios separados
Porque nadie la preparó para la muerte
Era un gato gris, negro, pardusco
(Qué más da)
Si ya no es gato
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