Nadando en las Cenicas

El cenicero me habla de una juerga que no recuerdo.
Me ha presentado a seis rubias calcinadas de culo feo
Que yo juraría: "No llegaron conmigo anoche".

Es mi día de suerte, de Lucky - traduje avispado -
cuatro más asoman bajo una sábana de cartón arrugada
Justo al lado de donde duerme mi dedo.

Soy capaz de moverlo desde aquí, desde el sofá,
desde el cojín conquistado por mi cabeza hundida
En el reino de un cuerpo submarino que se niega a flotar.

Pero me hundo. No soy capaz de ponerles nombre.
He cogido avaricioso todo el aire del mundo y,
aún así, no creo que sea capaz de respirar.

Adelantándome al ocaso del oxígeno regalado
He cerrado los ojos en un último esfuerzo:

la oscuridad, revolviéndose entre una indescifrable sombra
Pálida
ha saltado con un dibujo de lo que yo ansiaba en mis ojos:

el oleaje mental arrastrando en la superficie crsitalina
De mi más que reconocida, y servicial mesita de noche,
el sabor maternal de la nicotina matinal en mi garganta -

- los puñales de humo desgarrando mis pulmones
Todavía inactivos -
los esquivos componentes químicos arrancando
De raíz mis encías -
el relamer de unos labios que besan
las cenizas de las más bellas flores
Fúnebres.

La victoria de mi alma
Sobre una muerte que me fumo indiferente
Entre el sueño irresponsable
Y tardío,
y la vigía engañada y dormida.

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