Con los Ojos Cerrados.3: escorpión 2010 (remake/plagio)

Ramón. El escorpión se llamaba Ramón. Sus padres se lo pusieron en un momento de lucidez poética, ya que rimaba con escorpión. Una estupidez para toda la vida. Al menos no le pusieron Alfred, nombre bastante difícil de recordar. Pues bien, Ramón estaba en la orilla del río estudiando las posibilidades de cruzar al otro lado. Pero a Ramón le daba mucho miedo el agua. Una vez, de pequeño, resbaló de las manos de su padre (Papá escorpión) y cayó en un charco. Tragó tanta agua que no le hizo falta hidratarse durante los siguientes tres años. Este accidente traumatizó al pequeño Ramón de por vida. Nunca se acercaba al agua. Siempre bebía con pajita sus cubatas por miedo a caer en el vaso y experimentar de nuevo esa sensación de ahogo. Pero hoy tenía que cruzar el río porque su chica (que no novia) lo esperaba al otro lado con un pijama nuevo que recién había comprado en las rebajas de enero. Y esta imagen había armado de valor al miedoso de Ramón.

La putada fue que por despiste, Ramón había perdido el último tren a la otra orilla del río, y el aviso de bomba terrorista en la terminal aérea del pueblo había provocado la cancelación de todos los vuelos. Así que Ramón no tenía otra opción. Si quería ver a su chica (este termino que quede claro, chica eh!, no novia) tendría que cruzar el río a nado.

Pasaba por allí por casualidad una rana paseando a su Mantis Religiosa Macho para que esta hiciera (o hiciese) sus necesidades. La rana, de nombre, Rana (las ranas tienen un lenguaje más reducido que el de los escorpiones y no hay nombres, así que se llaman todos rana) Pues eso, como iba contando, la Rana vio al escorpión mojando temeroso sus patas en el agua y como era una rana buena se acercó y le preguntó:

- Que haces escorpión? No te acerques mucho al agua o te tragará - dijo la Rana.

- Es que quiero cruzar al otro lado del río para ver a mi chica (quedó claro, no?) en su nuevo pijama - se explicó Ramón.

La Rana, conmovida por el pequeño placer que brillaba en los ojos del escorpión se ofreció voluntaria para ayudarle.

- Mira. Yo tengo una solución. Si quieres te subes a mi lomo y yo te llevo hasta la otra orilla.

- Harías eso por mi. Gracias, gracias. No se como te lo puedo agradecer - dijo Ramón con la esperanza renovada de ver a su, ya sabes, en la otra orilla.

- Yo esto lo hago porque soy una rana buena y eso y me gusta ayudar a la gente y eso. Pero eso si, tendrás que tener cuidado de no picarme con tu cola, porque eso podría matarme y hundirnos a los dos en el fondo del río.

- Prometo no picarte con mi veneno, Rana - se apresuró a afirmar Ramón.

Lo que Ramón ignoraba es que su naturaleza de predador acabaría por traicionarlo. Así que la Rana, después de atar a su Mantis Religiosa Macho junto a un árbol de esos artificiales que hay para que meen los perros (y en este caso las Mantis también) se arrimó al escorpión y dejo que este se subiera a su lomo. La Rana indicó a Ramón que se agarrara fuerte y dio un salto y aterrizo en el agua.

Ramón se agarraba bien fuerte con sus patas al lomo de la rana. El miedo le corría por todo su cuerpo. Acuérdate que cayó en un charco de pequeño y el trauma aún le dura, eh! Su cola, con esa aguja llena de veneno, la llevaba bien en alto, tiesa y negra como el palo de una bandera pirata. La Rana nadaba despacio, sobre todo porque el daño que le infligía las uñas de Ramón clavadas en su piel le impedía nadar a más velocidad. Ramón miraba para un lado y para el otro, dándose cuenta poco a poco que ambas orillas quedaban demasiado lejos para salvarse en caso de accidente. Y se agarraba más fuerte de pensar en su muerte, y la Rana nadaba más despacio por el dolor, y la cola poco a poco perdía su erección y se iba doblando, gotas cayendo de la punta del aguijón, y en la orilla la Mantis Religiosa Macho echaba un pis en el árbol de la orilla (ya ves, por darle un poco de vidilla a la Mantis que aún no había hecho nada) y la Rana sentía la tensión en su espalda, y las gotas del temido veneno cayéndole en el lomo, como gotas de sudor, y Ramón acojonado y sin control, pensando en el nuevo pijama de su chica para distraerse del miedo que recorría sus piernas, y de vez en cuando en la tabla de multiplicar del seis - aunque esto ya no funcionaba - porque no paraba de pensar en que iba a ahogarse, y miraba el escorpión a la Rana y la Rana miró al escorpión.

Ramón no podía concentrarse más. La tentación se le había subido a la cola y el aguijón se preparaba para la estocada. La Rana, exhausta por el esfuerzo se había detenido en mitad del río, y miraba a Ramón con cara de preocupación, y con cara de estar cagándose en todos sus muertos por ser una rana buena y querer ayudar a los demás. Y Ramón miró a la Rana. Y ambos se miraron. Y supieron lo que iba a pasar. El aguijón se clavó con una perfección que ni el mismísimo House hubiese logrado con su bisturí.

- Lo siento- dijo Ramón a la Rana - está en mi naturaleza picar.

Y ambos se hundieron en el río. La Rana paralizada de pies a cabeza, y Ramón enganchado a su lomo por las patas, se perdieron en el fondo del río. Y mientras Ramón se ahogaba sintió que su trauma se había curado, porque no sintió ningún miedo al ser engullido por las aguas. En su cabeza sólo había una imagen, la de su chica vistiendo ese pijama nuevo de las rebajas de enero.

FIN

Ah si! Se me olvidaba. La Mantis Religiosa Macho quedó olvidada en la orilla hasta que un buen día vino una Mantis Religiosa Hembra, lo violó para quedarse preñada, y luego lo mató porque era una Mantis Religiosa trabajadora y tenía suficiente dinero para la manutención de los hijos.

AHORA SI............................... FIN

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